Por Sergio Serrichio
Empujado por la necesidad y a favor de sus amigos, el
gobierno avanza hacia la exploración de los hidrocarburos “no convencionales”.
¿Vaca muerta, Monos con navaja o gato encerrado?
Este
28 de diciembre, día de los inocentes, se estrena en Nueva York y Los Angeles
la película Promised Land (Tierra prometida), con Matt Damon y John
Krasinski (el joven actor de The Office, una de las más exitosas sitcoms de la TV estadounidense) en los roles
protagónicos.
El timing
del estreno y difusión de la película, que a partir de enero se exhibirá en
miles de salas a lo largo y ancho de Estados Unidos, delata sus pretensiones de
Oscar. Y a diferencia de Gasland, un documental que en 2010 ganó un premio en
el festival de cine de Sundance pero nunca tuvo distribución masiva, Promised
Land apunta a llevar al gran público un tema en el que EE.UU. hizo punta y
cuyas empresas buscan ahora exportar a varios países del mundo, incluida la Argentina: la extracción
de shale oil y shale gas; esto es, petróleo y gas de esquisto (o pizarra, la
roca sedimentaria más abundante del planeta), genéricamente llamados
“hidrocarburos no convencionales”.
Damon
hace de Steve Butler, un especialista en negociación de contratos que, como
adelantado de las petroleras, llega a un pueblo rural de Pennsylvania con el
objetivo de convencer a los pobladores de que vendan derechos de perforación de
sus tierras a empresas capaces de extraer de ellas riquezas que cambiarán la
suerte del lugar.
El fracking
Usan
para eso técnicas de perforación horizontal y fractura hidráulica
(hydrofracking o, por brevedad, fracking). Perforan la tierra hasta miles de
metros de profundidad, multiplican luego horizontalmente las terminaciones de
la perforación y, cual ducha subterránea, envían por allí, a altísima presión,
mezclas de hasta 30 millones de litros de agua, decenas de miles de litros de
químicos y aditivos y centenares de toneladas de una “arena” especial llamada
proppant, para romper (de ahí “fractura hidráulica”) la llamada Roca Madre y
extraer, a través de esas grietas y conductos, hidrocarburos atrapados desde
tiempos inmemoriales (los yacimientos suelen describirse por edad geológica:
devónica, jurásica, cretácica, etc).
En
plena crisis de las hipotecas, la de Damon/Butler parece una tarea fácil. Pero
un veterano maestro de escuela y el apasionado ambientalista que interpreta
Krasinski lideran la oposición de los lugareños en nombre de su ambiente, salud
y modo de vida. Más que sumarse a lo que en EE.UU. se conoce como “fracktivism”
(militancia contra el fracking), i)
la película, dicen Damon y Krasinski, que también escribieron el guión, plantea
el dilema de ciudadanos pobres y con escasas perspectivas que deben sopesar el
dinero rápido que les ofrecen y la certeza de que su lugar en el mundo será
irremediablemente dañado.
En la Argentina
En
la Argentina,
el subsuelo no es propiedad de los particulares, sino de los estados
provinciales. Pero, igual, ya hay movidas preventivas contra el fracking, la
gran apuesta de la reestatizada YPF para revertir el creciente déficit que
generó la política energéti-K. Por caso, el 21 de diciembre el consejo
municipal de Cinco Saltos, Río Negro, prohibió la explotación de gas y petróleo
no convencionales en el ejido municipal. Cinco Saltos, que sufrió la
contaminación de la petroquímica INDUPA, se jacta ahora de ser “el primer
municipio latinoamericano” en prohibir el fracking.
Pero,
como en Estados Unidos, donde las petroleras suelen enjuiciar (y ganarles) a
los municipios con el argumento de que no pueden prohibir lo que la
constitución estadual autoriza, los esfuerzos locales difícilmente logren
contrarrestar por sí solos una movida que impulsan el gobierno nacional, varios
estados provinciales, las petroleras locales e internacionales e YPF, la
empresa (de mayoría estatal, por otra parte) más grande del país.
Favorecida
por el mandato gubernamental de acotar importaciones energéticas que en 2011
sumaron 9.363 millones de dólares y que en 2012 bordearán los 12.000 millones,
la alianza pro-fracking se reflejó en la elección de Miguel Galuccio para
presidir la reestatizada YPF.
Ingeniero
y con posgrado del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), Galuccio
trabajó en Repsol ii)
y alcanzó luego un alto cargo ejecutivo en Schlumberger, la segunda más grande
empresa de servicios petroleros del mundo, sólo superada por Halliburton, de
gran influencia durante los gobiernos Bush. iii)
Los hermanos sean unidos
Galuccio
llegó a Cristina Fernández de Kirchner a través del gobernador entrerriano,
Sergio Urribarri y de su hermano, Carlos Galuccio, ex titular y actual
vicepresidente primero de la Unión Industrial de Entre Ríos, a la que llegó
como socio de Luis Losi Hnos, una constructora. El ahora titular de YPF
convenció a Urribarri no sólo del potencial del fracking, sino incluso de que
Entre Ríos puede ser una potencia petrolera, gracias a la Cuenca Chaco-Paranaense.
La cuenca Chaco-Paranaense
Un
artículo de Oilfield Review, una publicación técnica de Schlumberger, del otoño
boreal de 2011 (cuando Galuccio era todavía ejecutivo de la compañía), dice que
la cuenca Chaco-Paranaense es más extensa de Sudamérica, con un área de 1,3
millones de kilómetros cuadrados que abarca el litoral argentino, casi todo
Paraguay y partes de Brasil, Uruguay y Bolivia. El informe dice que si bien la
exploración ha sido escasa (150 perforaciones), la cuenta incluye la formación
devónica Los Monos, que contiene “varios depósitos” y, en especial, la roca San
Alfredo, situada a casi 3.700
metros de profundidad, con una “gruesa y monótona” capa
de “riqueza orgánica”, de buena respuesta a “estimulación por fracking” y capaz
de aumentar en más del 60 % las “reservas recuperables” de gas de la Argentina.
En Entre Ríos
Urribarri
fue el único gobernador que acompañó a Galuccio en el road-show que en
septiembre pasado llevó al titular de YPF a Londres y Nueva York, donde
acompañó a CFK a la entrevista con Rex Tillerson, CEO de ExxonMobil, la
petrolera más grande del mundo iv).
En esa misma gira, en una presentación de Galuccio ante el Council of the
Americas, un foro fundado por Nelson Rockefeller para velar por los intereses
de las empresas de EE.UU. en América Latina, Urribarri compartió mesa con
Carlos Bulgheroni, de Panamerican Energy, Tomás Hess, el director de Asuntos
Públicos de Exxon en la
Argentina, y el ahora también petrolero Eduardo Eurnekian.
Hizo buenas migas, al punto que en febrero próximo volverá a la sede
neoyorquina del Council, como expositor e invitado especial del programa
“gobernadores argentinos”.
Tanto
entusiasmo oficial despertó las primeras sospechas y resistencias en la
provincia con mayores reservas de agua dulce del país, asentada sobre el
acuífero guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del planeta. De
ahí, por ejemplo, el movimiento por un “Entre Ríos libre de fracking” v).
La
posibilidad de grandes hallazgos de gas y petróleo en el subsuelo provincial
también entusiasma a gobernadores como Gildo Insfrán (Formosa) y Jorge
Capitanich (Chaco).
Las
formaciones en Neuquén
Con
todo, la apuesta más segura de recursos no convencionales siguen siendo las
formaciones Vaca Muerta y Los Molles, ambas en Neuquén. No es causal que Jorge
Sapag, el gobernador neuquino, sea el que más ha viajado a EE.UU. y el más
entusiasta del fracking.
El
informe de Oilfield Review citado más arriba cita como principal
evidencia de la riqueza de Vaca Muerta el alto porcentaje de “Carbono Orgánico
Total” (COT) de la formación, su baja profundidad (en torno de los 2.500 metros, lo que
abarata su explotación) y su altísima presión. Un observador del sector refirió
a este cronista que exploraciones más recientes agregaron otro ingrediente
favorable: el grosor de la capa principal. Son todas condiciones que brindan la
cuasi-certeza de grandes reservas de hidrocarburos.
El
atractivo de la formación explica tanto la denuncia de Repsol, que el mismo día
que el gobierno anunció la expropiación de sus acciones hasta completar la
estatización del 51 % de YPF, difundió un documento en el que identifica a Vaca
Muerta como “la causa del pillaje” vi),
como la decisión de la estadounidense Chevron (la cuarta petrolera del mundo),
de firmar un memorándum de entendimiento con YPF para invertir 1.000 millones
de dólares y perforar un centenar de pozos en esa formación.
Chevron, Chevron, qué grande sos
Pero,
aunque anunciado dos veces, es sólo un acuerdo preliminar. Jorge Lapeña,
presidente del Instituto General Mosconi, destaca que comprende apenas 280 kilómetros
cuadrados de los 12.000 de Vaca Muerta, no especifica qué tipo de contrato
regirá los trabajos, ni el porcentaje de cada socio, ni el cronograma de
actividades. De hecho, prevé un período de cuatro meses para negociar esos
términos.
Pareciera
que con el anuncio Chevron (descendiente de la Standard Oil de
California, con la que Perón firmó en 1952 los acuerdos petroleros que
convirtieron en letra muerta la constitución peronista de 1949, aunque nunca se
llevaron a cabo) busca consolidar su ventaja en un área que conoce bien y
alinear sus intereses más estrechamente con los del gobierno argentino.
Sucede
que recientemente el Juzgado Nacional de Primera Instancia Civil Número 61, a cargo del juez Adrián
Elcuj Miranda, embargó por 19.000 millones de dólares a Chevron de Argentina,
medida que alcanza el 100 % de sus acciones y dividendos y bloquea el 40 % de
las ganancias y de los fondos de las cuentas en entidades financieras
argentinas y el 40 % del producido de sus ventas de hidrocarburos. La medida es
en respuesta a un exhorto de la
Justicia ecuatoriana que busca ejecutar un fallo por
contaminación de la Amazonía
ecuatoriana por acciones, entre 1964 y 1990, de Texaco, que Chevron adquirió a
fines del 2000 en 36.000 millones de dólares.
Chevron
asegura que el fallo es producto de la corrupción de la justicia ecuatoriana,
como dice haber probado en intentos previos de ejecución del mismo ante la
justicia de EE.UU., donde la empresa tiene su sede, y que no afectará sus actividades
en la Argentina.
Un
dato llamativo es que la demanda fue presentada aquí por Bruchou, Fernández
Madero & Lombardi, un influyente estudio del establishment, encabezado por
Enrique Bruchou, hermano de Juan Bruchou, presidente de Citibank Argentina.
Allí trabajó Sergio Chodos, el talibán K que actualmente representa al gobierno
argentino en el Fondo Monetario Internacional vii.
En
Los Molles, otra gran formación shale neuquina, el más activo ha sido Apache,
otra petrolera norteamericana, para la que Halliburton realizó la primera
operación de fracking en la
Argentina. Según Schlumberger, Los Molles es una formación
más extensa y “madura” que Vaca Muerta y, aunque más profunda y con menor COT,
es muy atractiva. De hecho, dice, Apache encontró en ella “significativas
cantidades de gas”.
Las
otras promesas del fracking son las cuencas Golfo San Jorge (que incluye las
formaciones“D-129”,
anunciada por Galuccio pero que Repsol dice haber explorado mucho antes, y
Aguada Bandera) y Austral. Ambas, dicen los que saben, tienen rocas gruesas y
rendidoras. La Cuyana
no tendría, en cambio, recursos no convencionales significativos.
El pliego de condiciones
En
suma, las apuestas de recursos no convencionales más grandes están en el norte,
y las más seguras y (relativamente) más rápidas en el sur. Lo que lleva a la
política de concesiones de los últimos años.
El
geólogo Gualter Chebbli, quien trabajó durante 25 años en el área de
exploración de YPF, que llegó a dirigir, destaca que de un total de 193
adjudicaciones en los años K, 81 fueron a empresas sin experiencia petrolera
previa.
La
sospecha sobre el amigopolio K, más inmobiliario que petrolero, se confirma al
observar que de las 31 adjudicaciones en Chubut y Santa Cruz, 27 fueron a
“empresarios” como Lázaro Báez, un ex cajero del banco de Santa Cruz.
Esas
concesiones se valorizarán si el fracking y el negocio del shale realmente
despegan. Pero para invertir en serio los jugadores clave (Chevron, Exxon y
Apache, de EE.UU, y las chinas CNOOC y Sinopec) exigen condiciones duras de
digerir para un gobierno Nac & Pop, a saber:
-Una
ley que ampare la operatoria, brinde cobertura a los contratos y disipe dudas;
por caso, sobre el dominio de los recursos.
-Contratos
(en forma de concesiones o, en las asociaciones con YPF, acuerdos de producción
compartida) de entre 40 y 50 años.
-Libre
importación de equipos e insumos, sin restricciones cuantitativas ni trabas
administrativas.
-Libre
disponibilidad de hidrocarburos y de las divisas que consigan por exportarlos.
-Precio
internacional para la parte que vendan en el mercado interno.
-Nuevo
régimen laboral, que les permita trabajar en regímenes continuos de 24 horas,
posibilidad que vedan las leyes laborales del sector petrolero (la explotación
“no convencional” se asemeja más a la megaminería).
-Resguardo
ante los reclamos ambientales y territoriales que surgirán (ya surgieron) en
respuesta a técnicas que implican uso masivo de agua y químicos, riesgo de
contaminación de acuíferos y napas, acumulación de desechos, uso intensivo y
probable rotura de caminos e infraestructura local, contaminación paisajística
y sonora, desplazamiento de comunidades locales y hasta posibles sismos de baja
intensidad.
El
gobierno no parece tener muchas opciones. Tras casi diez años de gestión, las
reservas de gas natural (fuente primaria de más del 50% de la energía que
consume el país) han caído a la mitad y las de petróleo (otro 35% de la torta
energética criolla) entre 15 y 18%. En tanto, la balanza comercial del sector,
que llegó a aportar un superávit de 6.000 millones de dólares, anotó en 2011 un
déficit de más de 3.000 millones y fue una de las causas de la decisión oficial
de ponerle “cepo” al dólar.
La
decisión no es fácil, pero todas las medidas oficiales apuntan en el mismo
sentido, incluida la decisión presidencial de elevar el precio en boca de pozo
para el gas “nuevo” a 7,5 dólares el millón de BTU (British Thermal Unit,
unidad de medida calórica), casi tres veces el valor previo y más del doble del
precio en EE.UU.
Además,
YPF acaba de aumentar el precio de los combustibles por tercera vez desde su
reestatización y acumula una suba anual de 40% viii.
En
el mejor de los casos, los beneficios del fracking (un aumento de producción
que alivie las importaciones y hasta deje saldos exportables) se notarán de
aquí a varios años, mientras que algunos costos (contaminación paisajística y
sonora, deterioro de infraestructura) son inmediatos y otros (contaminación de
agua, salinización por reflujo del sales y químicos y hasta liberación de
elementos radiactivos), aunque acumulativos, también pueden ser inmediatos.
Los
únicos que ganarán de una serán los advenedizos titulares de concesiones
petroleras en áreas del interés de YPF o las grandes multinacionales. El
amigopolio K, mencionado más arriba.
En
EE.UU., el lobby pro-fracking asegura que la explotación de los recursos no
convencionales lejos de destruir, mejora el ambiente, pues el shale gas está
desplazando al carbón, mucho más contaminante. De hecho, el porcentaje del
carbón en la “dieta” energética de EE.UU. ha caído del 50 al 30 % en cinco
años, un logro notable.
Sin
embargo, un estudio de la universidad de Cornell, publicado en Climate
Change Letters, un Journal con referato científico, estimó que, contra lo
que aseguran las empresas y el propio gobierno de EE.UU., en un plazo de 20
años, la extracción de shale gas y shale oil dejará una “huella de carbono” muy
superior a la del carbón, porque los elementos asociados a su exploración y uso
son más difíciles de “capturar” que el dióxido de carbono, el principal gas de
“efecto invernadero”.
Anthony
Ingraffea, uno de los autores del estudio y activo participante del movimiento
antifracking, habla incluso del riesgo de fugas de radón, radium y uranio,
todos elementos radiactivos, depositados en las profundidades a las que accede
la exploración no convencional.
Más
recientemente, otro estudio de Cornell (no casualmente ubicada en Ithaca,
upstate New York), de la veterinaria Michelle Bamberger y el profesor de
medicina molecular Robert Oswald, publicado también en una publicación con
referato, compiló estudios de 24 establecimientos rurales en seis estados
sometidos a fracking, en los que se registró la muerte de más de 70 animales
por ingestión de aguas contaminadas, el nacimiento de animales con
deformaciones (por ejemplo, sin cola) y agudos trastornos reproductivos y
gastrointestinales.
Se
trata de áreas que dieron positivo en contaminación de aire, agua y suelo por
exposición a químicos de fracking. Además, dijo Bamberger, algunos de esos
químicos podrían aparecer en productos de carne o leche a partir de esos
animales.
Aquí,
mientras tanto, el pasado 20 de diciembre, la Asamblea Permanente
del Comahue por el Agua, de Allen, también en Río Negro, criticó la decisión de
la legislatura rionegrina de debatir, en un plazo de 15 días, la aplicación del
“plan petrolero” provincial, “sin participación ciudadana”. Y denunció incluso
que las agencias provinciales ignoraron las muestras, obtenidas en repositorios
de la petrolera Apache en la zona, de elementos de “alta toxicidad para la
salud”, como tolueno, benceno, etilbenceno y xileno, conocidos en conjunto por
el acrónimo BTEX.
Así,
casi sin saberlo, como ocurrió con la masiva transgenización de su agricultura,
la Argentina
parece embarcarse en otra política de largo aliento y consecuencias, sin
estudiarla en serio, apostando a tientas, más por necesidad que conocimiento, a
una Vaca Muerta y varios Monos con navaja, pero a riesgo de encontrarse con un
monumental gato encerrado.
Notas:
i[1] Vermont fue el primer estado
de EE.UU. en prohibir el fracking, pero el conflicto más duro es en Nueva York,
que en 2008 impuso una moratoria y gatilló una dura batalla política y legal.
Las empresas recurrieron a la
Justicia y tuvieron algunos fallos a su favor. Del otro lado,
el gobernador Andrew Cuomo (potencial candidato demócrata en las elecciones
presidenciales de 2016) está tironeado por el movimiento antifracking.
Para las petroleras, el Upstate New York, un área semi-rural
que comparte con Pennsylvania la superficie bajo la cual se extiende Marcellus,
el yacimiento de hidrocarburos no convencionales más grande de EE.UU., es una
tentación irresistible.
Los fracktivists temen la contaminación de las napas que
proveen de agua potable a New York City y han logrado la adhesión de famosos
como Yoko Ono, Sean Lennon, Paul McCartney, Ringo Starr, Lady Gaga, Alec
Baldwin, Gwyneth Paltrow, Anne Hahaway, Juliane Moore, Uma Thurman y Hugh
Jackmann, entre otros.
- Dado a reescribir la historia, el
gobierno difundió que Galuccio se había ido de YPF en desacuerdo con la llegada
y las políticas de Repsol. La verdad salió a la luz cuando el diario español El
País exhumó un comercial de TV de 1999 en el que Galuccio luce en el rol
estelar, como un orgulloso profesional argentino trabajando en Repsol. El aviso
puede verse en: http://www.youtube.com/watch?v=r9fyv5B_a0c
- Luego de ser ministro de Defensa de
George Bush padre y antes de ser vicepresidente en los dos gobiernos de George
Bush hijo, Richard “Dick” Cheney fue, durante cinco años, CEO de Halliburton.
En ese período la compañía ganó una impresionante serie de contratos en los
emiratos del Golfo Pérsico a los que, como jefe del Pentágono, Cheney había
ayudado a “liberar” del peligro de Saddam Hussein en la guerra del Golfo
(1991). Cheney fue, además, chairman de la Energy Task Force
(ETF) creada por Bush Jr. en su segunda semana al frente de la Casa Blanca.
La ETF impulsó el desarrollo de
los “no convencionales” para aliviar la dependencia de EE.UU. de fuentes de
energía externas (uno de los “bushismos” de la campaña electoral del 2000
ocurrió cuando Bush Jr dijo: “cada vez más, nuestras importaciones vienen del
exterior”).
Una medida clave fue la exención concedida en 2005 a las operaciones de
fracking del alcance de la ley de seguridad del agua potable (Safe Drinking
Water Act), cuya aplicación está a cargo de la Agencia de Protección
Ambiental (Environmental Protection Agency, EPA). Un proyecto introducido en
2011 en el Congreso de EE.UU. para repeler la exención es resistido por el
lobby petrolero, que considera a la
EPA un enemigo público.
El llamado FRAC (por Fracturing Responsibility and Awareness
of Chemicals) obligaría a hacer público el listado y las cantidades de
químicos, aditivos y componentes de cada operación de fracking. Las petroleras
dicen que esa información debe ser voluntaria y acordada con cada Estado. Su
preferencia es entendible: la prioridad de las agencias estaduales es que se
extraiga la mayor cantidad posible de hidrocarburos y los comisionados viven de
los aportes de las petroleras, con las que comparten la animadversión contra la EPA.
En Texas, por caso, hay un inspector cada 1.000 pozos
perforados y se calcula que en 2010 la Texas Railroad
Commission (TRC) dejó sin inspección unas 140.000 de las 260.000 perforaciones
petroleras en el estado. La TRC
es desde hace más de un siglo el ente texano de control; entonces, los
productos del petróleo (el principal, kerosene) se trasladaban por ferrocarril.
- En 2011 ExxonMobil, surgida de la fusión
de Exxon (descendiente de la
Standard Oil of New Jersey) y Mobil (de la Standard Oil of New
York) facturó 486.000 millones de dólares, cifra superior al PBI argentino.
Desde que, el 1 de enero de 2006, el texano Tillerson (apodado T.Rex) asumió
como CEO, la compañía registró ganancias por 252.000 millones de dólares y el
monto de sus inversiones en un solo ejercicio, 2012, supera la ambiciosa meta
del plan quinquenal de la reestatizada YPF.
En 2009, ExxonMobil adquirió en 41.000 millones de dólares a
XTO, una petrolera especializada en fracking. Pero el propio Tillerson declaró
que sus técnicas no están dando resultado en China, que detenta las mayores
reservas de recursos no convencionales del mundo y que en los últimos
ejercicios, debido a la baja del precio del gas en EE.UU., su empresa está
“perdiendo hasta la camisa” en esa área de negocios. La reunión de Cristina
Fernández y Galuccio con Tillerson en Nueva York se extendió más de la cuenta y
causó que la presidenta llegara más de una hora tarde a su fatídica conferencia
en Harvard, aquella en la que atribuyó su fortuna personal a su condición de
“abogada exitosa”.
- El documento, presentado por el CEO de
Repsol, Antonio Bruffau, puede verse en:
Mano derecha de Amado Boudou en la
reestatización del sistema previsional (una caja de más de 100.000 millones de
pesos y un flujo anual de más de 20.000 millones) y en la creación del “Fondo
del Bicentenario” que en 2010 gatilló la eyección de Martín Redrado del Banco
Central, Chodos trabajó en sus ratos libres del Estado en el estudio de
Bruchou, desde el que asesoró al gobierno bonaerense de Daniel Scioli en la
emisión de un bono de 475 millones de dólares.
Fue secretario de Finanzas de la ahora condenada Felisa
Miceli, luego superintendente de AFJPs (desde donde maquinó su reestatización),
director del Banco Central y ahora delegado K en el directorio del FMI. De
hábitos excéntricos (tiene una llama de mascota y suele conversar con las
plantas), Sergio es hijo del sanjuanino Gregorio Chodos, durante varios años
secretario de la
Cámara Argentina de la Construcción (CAC).
La presencia de San Juan en la CAC es un legado del terremoto
de 1944, a
raíz del cual se conocieron Perón y Evita y se la “Reconstrucción” de la que
surgió el lobby de los planes de vivienda y obra pública. Por casi 70 años, los
contratistas sanjuaninos han logrado sostener allí la presencia de sus
valedores.
- El truco de concederles a las empresas
Nac&Pop precios muy superiores a los que tenían los operadores privados
también se aplicó en Aerolíneas. Desde que fue reestatizada en 2008, la tarifa
promedio por kilómetro de la empresa que preside Mariano Recalde aumentó más
del 400 % (y en algunos casos, como Río Gallegos y Comodoro Rivadavia, más del
500%) contra un 67 % que había aumentado entre 2002 y 2008, pese a que la
inflación real en ambos períodos (los seis años previos y los cuatro
posteriores a la reestatización) fue similar, precisa un trabajo del economista
Santiago Urbiztondo.
Pese a esos tarifazos, la empresa manejada por el camporismo
acumula desde su reestatización pérdidas por casi 3.000 millones de dólares.
Peor aún, las pérdidas más importantes se generan en las rutas en las que
Aerolíneas compite con otras empresas y las modestas ganancias en algunas pocas
rutas en las que no compite con nadie. Esto desmiente el argumento de que
Aerolíneas pierde dinero porque “conecta el país” o “vuela rutas que no
interesan a las empresas privadas”.